Terror en las profundidades: Reseña de Tiburón (1975)

Terror en las profundidades: Reseña de Tiburón (1975)

En 1975, el director Steven Spielberg revolucionó el cine de suspenso con Tiburón (Jaws), una película que cambió la manera de hacer cine comercial y dio origen al concepto de “blockbuster” veraniego. Basada en la novela de Peter Benchley, la historia se desarrolla en Amity Island, un tranquilo pueblo costero que vive del turismo. Todo parece perfecto hasta que una joven aparece muerta tras nadar en el mar. Pronto se descubre que el responsable es un tiburón blanco de enormes dimensiones, lo que provoca pánico entre los habitantes y turistas. A pesar del peligro, el alcalde se niega a cerrar las playas para no perder ganancias, lo que desencadena una tragedia mayor. Ante la amenaza, el jefe de policía Martin Brody, el oceanógrafo Matt Hooper y el rudo cazador Quint unen fuerzas para eliminar al depredador en una misión tan peligrosa como emocionante.

El icónico rugido musical que anuncia al tiburón, compuesto por John Williams, apenas tiene dos notas, pero es tan efectivo que se convirtió en uno de los sonidos más reconocibles de la historia del cine.

Uno de los elementos más fascinantes de la película es su uso magistral del suspenso. Las fallas técnicas del tiburón mecánico obligaron a Spielberg a mostrar a la criatura lo menos posible, lo que terminó siendo un acierto. Al no verla constantemente, el espectador imagina su tamaño y ferocidad, lo que genera más miedo. La tensión aumenta gracias a la música, que avisa la presencia del tiburón antes de que lo veamos, creando una atmósfera de terror psicológico. Además, las actuaciones son sobresalientes: Roy Scheider como Brody transmite vulnerabilidad y determinación; Richard Dreyfuss, en el papel de Hooper, aporta humor e inteligencia; y Robert Shaw, como Quint, nos regala uno de los momentos más memorables con su discurso sobre el USS Indianapolis, que añade realismo e historia al relato.

Más allá de su impacto visual, Tiburón es una obra que explora temas profundos como el miedo a lo desconocido, la lucha del hombre contra la naturaleza y el egoísmo humano. La negativa del alcalde a cerrar las playas refleja cómo, a veces, las decisiones económicas se anteponen a la vida humana. Estos conflictos, combinados con la amenaza latente del tiburón, elevan la película más allá del simple entretenimiento y la convierten en una reflexión sobre la supervivencia y las consecuencias de la ambición..

Hoy, más de cuatro décadas después, Tiburón sigue siendo un clásico del cine que conserva toda su fuerza. Su influencia es tan grande que inspiró innumerables producciones y cambió la manera en que percibimos el mar. Si no la has visto, es una experiencia que vale la pena vivir: prepárate para sumergirte en un suspenso que no ha perdido vigencia y que demuestra que, a veces, el verdadero terror está en lo que no podemos ver bajo la superficie.

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